Este #28M queremos poner de manifiesto el impacto de la violencia de género en la salud física, psicológica y social de las mujeres.
Según los datos publicados por la Delegación del Gobierno de España contra la Violencia de Género, en el año 2021 se detectaron 162.848 denuncias por violencia contra la mujer, que dieron lugar a la emisión de 37.327 órdenes de protección, y hubo 47 mujeres víctimas mortales de violencia de género. Durante los 3 primeros meses de 2022, fueron 13 las víctimas mortales (que dejaron 13 huérfanos) y 1 víctima menor de edad.
Según algunas personas expertas, la condición de víctima de violencia de género puede tener una duración media de 8 años y 8 meses. Las mujeres necesitan tiempo -cada una según su propia situación- para verbalizar y expresar la violencia que sufren, ya sea contándolo a trabajadores/as de los servicios que en cada comunidad autónoma existen para darles asesoramiento, o denunciando al agresor.
Los diferentes daños en la salud
El daño físico es el más conocido socialmente, porque muchas veces las mujeres acuden al hospital (aunque no siempre hablan abiertamente de la verdadera causa de moretones o heridas). Cicatrices, quemaduras, cortes o huesos rotos que causan impedimentos temporales o permanentes, y que pueden condicionar el movimiento y la independencia de la víctima, o signos en una cara agredida con el ácido, afectan gravemente a la salud.
La violencia sexual, ejercida por parte de su pareja, expareja, personas conocidas o extrañas, puede causar no solo daño físico, a veces con consecuencias en el sistema reproductivo, sino también condicionar las futuras relaciones sexuales y afectivas.
La Organización Mundial de la Salud define la salud sexual como un «estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad; no solo la ausencia de enfermedad, disfunción o alteración. Requiere, además, un acercamiento positivo y respetuoso a la sexualidad, así como la posibilidad de mantener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia«.
Es muy importante no desestimar los otros dos tipos de daños de violencia de género, aparentemente invisibles, que afectan muchísimo a la salud: el psicológico y el social.
Una mujer que ha sufrido violencia psicológica (insultos, amenazas, chantaje, desprecio) durante años, pierde autoestima y confianza en sí misma; vive constantemente con el miedo y la ansiedad. Puede sufrir insomnio, pérdida de peso, enfermedades cardiovasculares, microinfartos, depresión y dependencia de los fármacos.
Finalmente, dependiendo del entorno social en el que la mujer vive, la situación de violencia se puede agravar por consecuencias, como indiferencia y insensibilidad general, basadas en la voluntad de no ver el problema. De esta manera se estigmatiza a la mujer y no se entienden algunos de sus comportamientos o reacciones y, al final, la víctima puede acabar sola. Este aislamiento social influye en la salud mental de la mujer.
En este sentido, recuperamos el estudio ‘Prácticas de reparación de violencias machistas. Análisis y propuestas’ que se centra en el derecho a la reparación que tienen las víctimas y las supervivientes de las violencias machistas, proponiendo buenas prácticas desde un enfoque feminista, multidisciplinar, interseccional y de derechos humanos.
Desde Fundación Mujeres consideramos imprescindible informar sobre los derechos y las ayudas existentes para víctimas de violencia de género, así como fomentar buenas prácticas que disminuyan el impacto de esta violencia en la salud de las mujeres.
Roberta Sciacca
Source: www.observatorioviolencia.org